jueves, 29 de octubre de 2009

Objetivo Florencia (III): a un mes vista

¡Quién me lo iba a decir!. Un año después me encuentro en la misma tesitura, esto es, a un mes de afrontar un maratón. Si en 2008 fue San Sebastián, en esta ocasión se trata de Florencia. ¡Qué tiempo aquel en el que juré y perjuré que no volvía a participar en una de estas enormes carreras de 42.195 metros después de mi primer -y lo que pensaba entonces- último maratón, el de Ciudad Real del año 2003.
Acabé más que machacado, pero se ve que las cosas malas se olvidan pronto porque aquí está un servidor, y no sólo con la intención de participar en mi tercera prueba de este tipo, sino también con la firme decisión de correr, al menos, uno al año.
He sido muy riguroso con el plan de preparación que comencé el pasado 4 de agosto, quizá más que nunca, manteniendo los cuatro días de carrera semanales, dos de gimnasio, masajes de descarga, etcétera... En este tiempo he recorrido 588 kilómetros, he jubilado un par de zapatillas, y he iniciado el uso de dos pares más, llegando a levantarme en más de una ocasión a las 5h25' de la mañana para entrenar compaginando mi vida laboral, con la familiar y la atlética. En total, y hasta que llegue ese 29 de noviembre, serán 17 semanas de mucha exigencia porque no es sólo correr, tengas ganas o no, estés más predispuesto o no, trabajes o no, descanses o no... también acarrea cierto cuidado en la alimentación, controlando los excesos... con lo bueno que está practicar alcazaring fresquita.
Y todo ello por una simple afición: el correr. Pero qué le vamos a hacer, porque, como dice aquel viejo proverbio chino, "sarna con gusto, no pica". Quizá sea la satisfacción de después, la cosilla que te da en el estómago, lo mucho que gusta la participación en todas esas pruebas que te sirven de preparación, el regustillo de ir superándote poco a poco... En definitiva, una locura más, pero tampoco es de extrañar porque si algo hay innato al ser humano, eso son las locuras. He aquí una.

domingo, 25 de octubre de 2009

La media sube de categoría

Hoy me he sentido orgulloso de ser de Jaén. Ha sido antes, durante y, sobre todo, después de participar en la media maratón Paco Manzaneda.
Soy un asiduo de las carreras, y no sólo en la provincia de Jaén, sino casi más de otros lugares como Granada, aunque también Córdoba, Albacete, Ciudad Real, San Sebastián... con esto quiero decir que tengo cierta experiencia sobre lo que se hace bien y lo que se hace mal en este tipo de eventos deportivos. El hecho de ser participante, de ver las carreras desde dentro, como sufridor-disfrutador, me permite tener claro cuándo una carrera es buena, o no.
Ante la media de hoy en Jaén tenía muchas dudas porque ya el año pasado hubo problemillas de recogida de dorsales, por ejemplo, y dado que este año la participación era de unas 1.400 personas frente a las 800 de la edición de 2008, la cosa podría ser peor y quedar todos nosotros en mal lugar ante los colegas venidos de prácticamente toda España.
Una vez pasado todo quisiera dar, desde aquí, mi más sincera enhorabuena a quienes han hecho posible que todo salga como finalmente ha salido: magnífica la recogida de dorsales, impecable la organización en la salida, espléndida la Policía Local durante la prueba impidiendo que los coches inundaran las calles poniendo en peligro a los atletas, bien las zonas de avituallamiento, buenísimo el control de entrada, inmejorable la entrega de regalos, de agradecer la zona en la que estirar y descansar tras cruzar la meta, buenísima la bolsa de regalos para quienes concluyen... y qué decir de ese impresionante bocata de chorizo con refrescos o cerveza por todos lados y sin tener que hacer colas desesperantes como ocurre en otros lugares.
Lo dicho, me quito el sombrero ante la organización, y es algo que no sólo digo yo, sino que era la opinión generalizada entre todos los que por allí pululaban muy cansados pero también agradeciendo el trato dispensado.
La media maratón de Jaén ha subido hoy de categoría.

jueves, 22 de octubre de 2009

Política es casi todo

Una de las muchas protagonistas de una serie de televisión para adolescentes se debatía, hace un par de capítulos, entre dos chicos. Finalmente se decidió por uno de ellos, pero a la primera de cambio éste la dejó plantada en una romántica cena; dio la casualidad que el cocinero del restaurante era el otro, por despecho (o no) tuvo una aventura con él. A la mañana siguiente dudaba entre volver con este último o seguir con quien había elegido pues había incluso fecha para la boda. Ante la dificultad de la cuestión, y viendo que no conseguía una solución a su cruce de caminos, su respuesta fue un ¡Qué mierda es esto de la libertad!.
Esa es una de las cuestiones que plantea Fernando Savater en Política para Amador (Ariel, 1993, 3ª edición), los muchos problemas que presenta para todos el tener que elegir ante situaciones complicadas; tanto que muchas veces casi preferiríamos estar bajo un estado más severo pero en el que alguien eligiera por nosotros.
Si en Ética para Amador Savater lo tenía complicado a la hora de hablar con éxito de ética a los jóvenes, en esta ocasión el reto es aún mayor porque si hay algo de lo que pasan los jóvenes actuales es de la política. Se trata del segundo (y último, él mismo se encarga de dejarlo claro desde el primer momento) libro que dedica a su hijo Amador para intentarle llamar la atención sobre temas tan importantes como la ética o la política; y para que resulte atractivo para su público objetivo, Savater mantiene el mismo sistema pedagógico utilizado en la primera obra, esto es, un lenguaje sencillo y en muchos, muchos, muchísimos ejemplos de la vida diaria que vienen a confirmar las teorías del autor, y que calan en el lector casi por simple lógica.
Una de las cosas que más me llaman la atención de este libro es la forma en que Savater tiene de abordar lo que es, significa, representa, supone... la política. Algo que no se limita a los parlamentos y esos lugares extraños donde trabajan unos peculiares señores, sino que lo considera un elemento innato a un ser que, como el humano , su propia naturaleza le obliga a vivir en sociedad; es a partir de ese momento, de la vida en relación con otros de su misma especie, cuando necesita de unas reglas con las que regular la convivencia. Eso es política... bueno, eso y la guerra, y la inmortalidad, y el racismo, y la propiedad, y el trabajo, y el nacionalismo, y la religión, y muchas cosas más.
Por todo esto, estamos ante otro libro que habría que leer.

sábado, 17 de octubre de 2009

Milla ¿Manuel Pancorbo?

El pasado 12 de octubre Jaén acogió, y con el mismo éxito de siempre, la XXII edición de la Milla Internacional de Otoño Manuel Pancorbo. Una prueba que mantiene, casi un cuarto de siglo después, el objetivo con el que se puso en marcha: potenciar entre la afición, entre la base, el atletismo. Para ello se conjuga sabiamente la presencia de algunos de los mejores atletas del panorama internacional (en esta ocasión, la actual campeona del mundo de los 3.000 metros obstáculos, la palentina Marta Domínguez) y un buen ramillete de otros corredores de primer nivel con el simple aficioado o atleta no profesional que tiene en ésta quizá la única oportunidad de su vida de tener tan cerca -e incluso correr a su lado- a auténticos cracks del atletismo.
Me parece acertada esta filosofía, a la vez que considero acertadísima la idea de poner el nombre a la prueba del mejor atleta jienense de todos los tiempos. Lo que ocurre es que de un tiempo a esta parte están sucediendo cosas que no acabo de entender, y que en esta última edición han sido ya un poco el colmo. Manolo Pancorbo no estuvo en la prueba, no digo corriendo, sino simplemente engrandeciéndola con su presencia, y engrandeciéndose él mismo. Y no sólo no estaba sino que ni siquiera se le esperaba.
Sé dónde se encontraba Pancorbo y por qué, y aunque se trata de una magnífica razón, creo que es más bien una excusa que una razón real. Digo esto porque la ausencia de Manuel Pancorbo en la Milla no se limita al día de la carrera, sino que con anterioridad también estuvo ausente prácticamente siempre con la única excepción de la rueda de prensa de presentación de la prueba en la que, por cierto, no tuvo más remedio que tragarse algún sapo que otro, y sacar el capote para echarle una mano a la concejal, justificando algunas cosas que tienen más bien poca o ninguna justificación.
Lo peor de este asunto, de esta ausencia, de esta no presencia, es que no se trata de algo nuevo sino que viene de largo. Algo que creo sinceramente habría que reconducir porque me suena muy raro un ¡¡Viva el Rey!! pero sin el Rey.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Objetivo Florencia (II): jubilación

Estos días de octubre, en torno al día del Pilar, me traen malos recuerdos. Y es que fue precisamente en la mañana del 12 de octubre del año 2008 cuando, durante un entrenamiento, me caí tontamente lesionándome en el tobillo izquierdo con una torcedura grado 2. Había corrido ocho kilómetros, pero lo peor es que me vi obligado a regresar andando porque fue en una intransitada carretera de mi pueblo por donde habitualmente no pasan ni las águilas, y mucho menos un domingo a las ocho de la mañana.
Finalmente todo se pudo solucionar gracias a las milagrosas manos de Pilar (qué casualidad, otra vez la pilarica), la fisicocrack de la clínica de Manolo Pancorbo. Las seis semanas para poder andar con normalidad que preveía el médico de cabecera se convirtieron en sólo un día tras pasar por las manos de Pilar, siendo precisamente a las seis semanas cuando -tras seguir bajo el dolorosísimo tratamiento de Pilar- pude correr el maratón de San Sebastián. No pude hacer la marca objetivo, pero quedé muy cerca. Este año, en Florencia, seguro que lo consigo. Pero eso se verá dentro de poco.
Pero estas fechas no son únicamente de malos recuerdos, sino también de todo lo contrario. Y es que he jubilado las zapatillas con las que corrí el pasado maratón. Las New Balance 1061 que estrené el 7 de noviembre de 2008, utilicé unas semanas después en San Sebastián, y usé por última vez -corriendo- el pasado sábado, 10 de octubre, después de haber recorrido con ellas algo más de 911 kilómetros.
Ahora las pasaré por la lavadora y quedarán para mi pequeño baúl de los recuerdos. Han sido muchos los días y los kilómetros pisoteados con ellas, y la verdad es que me ha ido bien. Según los tiempos que estoy haciendo, y comparándolos con los del año pasado por estas mismas fechas, no debo tener problemas para recorrer los 42.195 metros del maratón de Florencia en 3 horas y 30 minutos.
Pero, como digo, eso se verá dentro de poco: el próximo 29 de noviembre.

domingo, 11 de octubre de 2009

No mentirás

Dice el octavo mandamiento de la Iglesia Católica que No darás falsos testimonios ni mentirás. Y la verdad es que me parece un consejo muy positivo para todo el mundo. Se trata ésta de una reflexión que cuenta con multitud de dichos que la apoyan tales como La mentira tiene las patas muy cortas, o Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.
El otro día escuchaba yo una conversación sobre este tema, y coincido plenamente con los tertulianos sobre que mentir no resulta rentable. No lo es en nuestra vida diaria; no lo es ante los medios de comunicación; no lo es cuando eres responsable público... quizá el único ámbito en el que la mentira se mueva como pez en el agua sea en el ámbito de la mala política, pero estoy seguro de que algún día la plebe dejará de hacerse el tonto (porque no lo es), y no permitirá que le sigan mintiendo. Ni siquiera me parecen acertadas las mentiras piadosas (que yo he practicado en alguna ocasión) por la simple razón de que, en caso de que fuera a ser yo el mentido, preferiría que me dijeran la verdad por aquello de que Más vale una vez morado que ciento colorado.
La mentira no es rentable por una razón muy sencilla: con ella nunca se llega a la meta. Siempre hay alguien que ve lo que realmente ocurrió; que escucha lo que realmente se dijo; o la situación es captada por aquella cámara indiscreta que, pese a estar colocada para otra función, grabó lo que se ha pretendido ocultar; o el amigo del alma hasta ese momento decide irse de la lengua para vengar esta o aquella afrenta.
Lo peor de que nos pillen en el engaño no es que a partir de ese momento quede en entredicho nuestra profesionalidad, prestigio, credibilidad... Quizá sea peor el vergonzón que pasaremos ante todos aquellos a quienes dijimos Diego cuando realmente era Digo.
Más vale una verdad jodida, pero que se afronta con firmeza y valentía, antes que una deshonesta mentira que no entraña más que cobardía y malas artes.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Onda Jaén, El Final (VII): ¿la estrategia?

Ocurrió hace algunas semanas, en una conversación de pasillo en el Ayuntamiento. Una persona que trabaja como periodista en un medio de la capital le dijo a un concejal (al que conoce todo el personal) algo así como: "tenemos que quedar para hablar de lo mío". Y la respuesta del edil fue algo así como: "Ah, sí. No te preocupes, que ya he hablado con Manolo y me ha dicho que está casi acabado".
En aquel mismo instante, teniendo en cuenta las cosas que suele firmar el preguntante, supuse qué era "lo mío" a la vez que deduje quién era "Manolo". El pasado domingo se confirmó todo. Una información de tamaño generoso recogía los cambios que se van a producir en Onda Jaén RTV dentro del proceso que está realizando el Ayuntamiento para su conversión en sociedad mixta (o, en letras más entendibles, regalo del invento a un grupo amigo y afín). Cambios consistentes en la marcha de 33 de los trabajadores a diferentes áreas del Ayuntamiento, recogiéndose de manera pormenorizada el destino y el cargo actual (y se supone que futuro) de quienes son recolocados.
Casualmente al día siguiente, el lunes, el concejal de Personal empezó a reunirse con algunos de esos trabajadores para realizar una "explicación inicial" pero ya oficial de lo que será su puesto de trabajo y las condiciones en las que quedará.
Empezaba así un momento muy esperado por todos los trabajadores de la todavía radio y televisión públicas porque, a pesar de que esa persona que trabaja como periodista en un medio de la capital ha dicho en varias ocasiones, nadie sabía nada de manera oficial del asunto, y nadie estaba ni contento ni triste; simplemente expectante y con la mosca detrás de la oreja.
Dice el abc del periodismo que tan importante es dar una noticia como su posterior seguimiento. En este caso se cumple esa mayor pues si la publicación del domingo atrajo la atención de muchos, las consecuencias de lo que se anunciaba, y que empezó a suceder el lunes, llamaría aún más la atención de esos mismos y aún de otros muchos si alguien se atrevería (o le dejaran) a publicarla. Sin embargo, el escritor se ha limitado a lanzar la caña pero no está recogiendo los peces que pican. Y eso es algo ciertamente poco entendible.
A lo peor la explicación está en que nunca fue su intención la de informar a la ciudadanía, sino simplemente ser parte de una estrategia mayor tendente a calmar ánimos y dar cobertura a una operación político-administrativa que no duda en utilizar (de manera consentida o a la fuerza) todo cuanto tiene a su alcance para lograr la meta.

jueves, 1 de octubre de 2009

No es la panacea pero sí ayuda

No estoy descubriendo la pólvora si digo que la de periodista es una de las profesiones en las que más intrusismo existe. Aunque yo el término periodista lo aplico a la persona que investiga, elabora y genera información de interés, y no a tantos y tantas presentadores que copan programas casposos donde otros y otras pseudo-tertulianos-periodistas hablan hasta del sexo de los ángeles con el único currículum de haberse acostado con este o con aquella. Eso no es ni periodismo ni periodistas... es otra cosa.
Al margen de esos, los medios de comunicación están repletos de personas que ejercen el periodismo sin tener la formación adecuada, esto es, la licenciatura.
No seré yo quien ponga en duda el trabajo y la profesionalidad de tantos y tantas que desde hace años ejercen esta bellísima profesión con toda la dignidad del mundo; les falta el título, es cierto, pero es que así lo obligaba las circunstancias de su tiempo. Lo que sí me resulta más preocupante es que las redacciones se sigan llenando de jóvenes que, en lugar de utilizar la puerta de la Universidad, prefirieron utilizar para entrar en el sector la más fácil del cogotazo o el contacto eléctrico.
Siempre he defendido a todos esos compañeros que, pese a no tener titulación, son magníficos periodistas. Mi teoría es que la Universidad no es garantía de nada... y el ejemplo lo tenemos en todos esos compañeros que, pese a tener la titulación, son lamentables periodistas.
Sin embargo, una serie de acontecimientos que he vivido en mi trayectoria laboral, unidos a algunas situaciones increíbles más propias de una república bananera que de una sociedad democrática en pleno siglo XXI y del Primer Mundo, me han hecho matizar mi posicionamiento. Sigo manteniendo mi total apoyo a quienes ejercen dignamente y con una total profesionalidad pese a no tener papeles. Pero creo que en algún momento hay que colocar la línea. Yo lo hago aquí mismo. Quien no lo haya hecho es porque no ha querido y, como dice mi chiquillo, tiempo ha tenido. Con las excepciones a las que me he referido, resulta obligado -una exigencia diría yo- el desechar la contratación como periodistas de simples juntaletras que por el único honor de poner dinero en este o aquel proyecto; o de tener la mejor de las intenciones y la mayor de las voluntades; o el tener un cuerpo y una cara bonicas que gustan mucho... son auténticos intrusos en un sector creando situaciones impensables en otros ámbitos. No es que ellos quieran hacerlo mal, de hecho en la inmensa mayoría de las ocasiones se desenvuelven con cierta solvencia, pero el cante lo dan cuando tiene lugar una situación extraordinaria, imprevista, no controlada... siendo su opción para resolver el asunto una salida de tono antes que un gesto profesional. Y es ahí, en las distancias cortas y no acotadas, donde se nota que la Universidad sirve para algo.
Por todo ello, a partir de este punto, quien quiera trabajar que enseñe el papelito.