martes, 30 de enero de 2018

Laberinto generacional

Esta es fácil. Hablo de El corredor del laberinto. La cura mortal.
La supervivencia de la especie humana en la Tierra está amenazada por un virus que convierte en zombi (muerto viviente) a quien infecta. Los humanos sanos y adinerados viven en la llamada última ciudad, con grandes lujos y tecnológicamente muy avanzada, y protegidos del resto del planeta por unos muros infranqueables, y un ejército y unas armas que no tienen rival.
Se protegen de los muertos vivientes y también de los humanos sanos pero que no tienen dinero, y malviven como pueden.
Este cuadro se completa con un tercer elemento: hay una serie de humanos sanos que son inmunes al virus. Son deseo de los adinerados, quienes les buscan y les cazan para hacer experimentos con ellos con el objetivo de obtener una vacuna.
Un grupo de inmunes intenta entrar en la última ciudad para salvar a uno de los suyos. Y esa es la trama, el intento desesperado por rescatar a un amigo, aunque en ello les vaya la vida.
Como os podéis imaginar, la historia se desarrolla en una sociedad muy avanzada, y en un planeta devastado por la guerra y la enfermedad. Quiero decir con esto que los efectos especiales representan uno de los elementos importantes de la cinta. Unos son más creíble que otros, sin olvidar que estamos ante una cinta de ciencia ficción.
Se trata de la tercera entrega de una trilogía que tiene su origen en la literatura, y que quizá por eso, porque es una tercera parte, no te enteras de algunas cosas si no has visto las anteriores. Siempre viene bien tener al lado a tu hija de 13 años, seguidora al máximo de lo tres libros y las tres películas, a la que ir consultando alguna duda que otra. Lo que ocurre es que las concepciones son distintas, muy distintas; quizá se deba a la diferencia generacional, pero lo cierto es que mientras ella se emociona, yo me parto de risa; y la que para ella es la mala-malísima-traidora, yo la tengo como la buena de la película.
En fin. Serán cosas de la edad.
Para verla, mejor esperar a que salga en DVD o televisión. Aunque seguramente mi hija piense diferente.





viernes, 26 de enero de 2018

Ondajaén, Rafa Rus y la Transición: ¡Olé!

A lo largo de los casi 17 años de vida de Ondajaén RTV, en la que yo trabajo desde hace más de 15, seguramente hemos hecho cosas mal. Seguramente, no; seguro que hemos hecho cosas que se pueden mejorar. Bueno, las hemos hecho, las hacemos y las seguiremos haciendo. No porque queramos hacerlo mal, sino porque la única persona que se equivoca es quien tiene boca, y aquí no dudamos en hablar aunque muchas veces lo más fácil, y por tanto menos arriesgado, sea quedarse callado.
Pero lo mismo que digo una CO, digo la O. Estoy seguro de que a lo largo de estas casi dos décadas de emisiones también ha habido cosas buenas... muy buenas, me atrevería a decir.
Uno de estos programas de calidad está por llegar, de hecho llega esta próxima semana. Es la serie que nuestro compañero Rafa Rus se ha currado, y en la que aún hoy se afana por acabar el montaje de los capítulos finales. Se titula Jaén, 1973-1978: Transición y Democracia.
Son 18 programas de media hora de duración que abarcan cómo vivió Jaén desde la muerte de Franco hasta la aprobación de la Constitución.
Ayer jueves fue la presentación oficial de la serie. Yo asistí, vi parte del primer capítulo, y me quedé gratísimamente sorprendido. Tiene buena, pero que muy buena pinta. Salvando las distancias, me recuerda a la serie que hizo Victoria Prego hace unos años sobre la transición española. Aunque Rafa lo ha tenido mucho más difícil porque prácticamente no hay imágenes del Jaén de aquellos años. Por ello, ha tenido que afinar la imaginación y la investigación; dos elementos que Rus tiene, y de largo, como sobradamente ha demostrado hasta ahora con mil y un proyectos cinéfico-culturales.
Él se lo ha trabajado bien, y este próximo jueves, 1 de febrero, a las diez de la noche, echa a andar. Lo siento por Cuéntame, pero lo primero es lo importante.
Trabajos como esta serie te hacen estar orgulloso de pertenecer a Ondajaén, y de tener compañeros como Rafa Rus.

jueves, 25 de enero de 2018

En el día de los periodistas... una de periodistas. RECOMENDABLE

No tenía previsto ver Los archivos del Pentágono. Pensaba que sería un historión de espías o algo así. Mi opinión cambió radicalmente al enterarme de que trataba la historia del Washington Post cuando publicó, a principios de los años 70, un informe secreto de la administración estadounidense donde se reconocía que el gobierno había estado mintiendo a los ciudadanos durante cuatro décadas en relación a la guerra del Vietnam.
El asunto era de peso porque implicaba a los cuatro últimos presidentes que había tenido el país, incluido el gobernante en ese momento (Nixon).
El primer paso lo dio The New York Times, y pese a las trabas gubernamentales, le secundó el Washington Post, y posteriormente el resto de periódicos estadounidenses.
Para alguien que, como yo, vive del periodismo pero que además ama, disfruta y (también) sufre con la mejor profesión del mundo, esta película es una inyección de moral que resulta doblemente gratificante por llegar en los tiempos en los que llega (que no son los mejores ni para el periodista ni para los periodistas).
No voy a ocultar mi satisfacción por una situación en la que la prensa se impone al gobierno (y no un gobierno cualquiera, sino el más poderoso del mundo), pero también debo reconocer que los continuos alegatos a favor del periodismo y de la libertad de prensa y de expresión que nos plantea Spielberg (es el director) hoy día quedan más para el ámbito teórico y para el estudio de investigadores que para lo que es la realidad de la profesión. En cualquier caso, siempre resulta bonito deleitarse con una época dorada por cuyo retorno daríamos la mitad (o todo) de nuestro reino.
No obstante, el valor de la película no es únicamente este asunto, sino también la gestión del periódico y de la situación que realizan su propietaria y editora (Katharine Graham, encarnada por Meryl Streep), y el director Ben Bradlee (Tom Hanks). Una pareja condenada a entenderse, de difícil cohabitación, pero que al final son un duo (laboral) de éxito porque les une su amor al periódico y al periodismo.
También quiero llamar la atención sobre la figura de Graham. Una mujer que hoy día es ejemplo a seguir tanto por periodistas como por empresarios, pero que en su día lo tuvo tremendamente difícil. Y lo fue no únicamente porque se vio en la obligación/necesidad de dirigir un emporio empresarial para el que no estaba ni mucho menos preparada, sino especialmente porque la mayoría de las trabas le llegaban por su condición de mujer. ¿Una mujer en un cargo importante de una empresa importante en un mundo de hombres? Si ella lo tuvo difícil, cómo lo tendrían tantas y tantas mujeres que quisieran hacerse valer en una sociedad que les relegaba a una papel secundario... y que no tendrían las posibilidades de nuestra protagonista.
La Casualidad ha querido que acudiera a ver esta película sobre periodistas y periodismo un 24 de noviembre, festividad de San Francisco de Sales, Patrón de los Periodistas. Por ello, no he querido dejar pasar la ocasión, y hoy mismo, tras disfrutar con la cinta, he querido contaros mi experiencia.
Película más que recomendable.



jueves, 18 de enero de 2018

Todo un espectáculo

Nunca me gustaron los musicales. Recuerdo perfectamente lo aburridas que me resultaban las "películas de cantar y bailar" que veía de pequeño, casi todas en blanco y negro.
Empecé a ver la cosa de manera diferente tras disfrutar en el cine de tantas películas de dibujitos donde la música es un elemento imprescindible. Incluso me animé a ir al Teatro Infanta Leonor, de la ciudad de Jaén, a ver el musical de Mamma Mia. ¡¡Impresionante!!
No sé la razón, pero de un tiempo a esta parte no sólo no me desagradan, sino que me gustan los musicales. Salí encantado de La llamada, y estos días también he disfrutado de El Gran Showman.
Acudí al cine atraído por la idea de conocer la historia del hombre que inventó el circo, y una vez allí confirmé que había sido una buena elección. Mientras veía la película me fui enterando de que la cinta se basaba en la historia real de P. T. Barnum, el inventor del circo, y eso me gustó aún más porque no sólo me estaba entreteniendo sino que además me aproximaba al origen del denominado mayor espectáculo del mundo; algo que desconocía completamente.
Supongo que los guionistas se habrán tomado alguna licencia, y seguro que no todo es histórico sino que existen elementos ficticios. En cualquier caso, estamos ante la historia del sueño americano, de Cenicienta... es decir, de la creencia -o, mejor- de la confirmación de que es posible alcanzar el éxito aunque para ello hay que trabajar, y mucho.
El protagonista está interpretado por un irreconocible Lobezno (Hugh Jackman) quien nos ofrece un rol tan distinto al que le ha llevado al éxito, que a veces cuesta trabajo saber que es él realmente. No obstante, entiendo que se trata de un reto para el actor, y por lo que he investigado tras ver la película, parece que ha disfrutado de lo lindo haciéndola.
En la trama encontramos amor, desamor, amistad, familia, ambición, lealtad, convicción, pero también reivindicación de lo que se es, pese a que no esté de moda o no guste a la mayoría.
Pero ante todo destaca... LA MÚSICA. Increíbles canciones y coreografías que hacen de la película un auténtico espectáculo.

miércoles, 17 de enero de 2018

Zapatero, Jaén y el Activa

Si ayer teníamos un cumpleaños importante, el que celebramos hoy, festividad de San Antón (para que se nos olvide), no lo es menos.
El entonces presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, venía a Jaén el 17 de enero de 2006 para presentar el famosísimo “Plan Activa Jaén Siglo XXI”.
El Consejo de Ministros había aprobado unos días antes esa acción, de carácter extraordinario y específico, que pretendía discriminar positivamente a la provincia de Jaén. La idea era meter dinero a espuertas en la provincia, históricamente maltratada en inversiones; y así conseguir que Jaén se pusiera al nivel del resto de territorios nacionales que le sacaban años luz de ventaja.
Al final todo quedó en una operación de márketing, y lo único que hizo el gobierno de España, secundado por el de la Junta de Andalucía, fue mandar a Jaén el mismo -y escaso- dinero de siempre aunque ahora bajo el ampuloso nombre de “Plan Activa Jaén Siglo XXI”. Lo que pasa es que, cada vez que se anunciaba algo, se metía bajo el paraguas del Activa Jaén, y eso hacía parecer que el dinero era mucho más.
Pero no, era el mismo. Los jienenses nos veíamos una vez más con nuestro gozo en un pozo ante el “Timo Jaén Siglo XXI”.
Otro recuerdo... de los buenos.


martes, 16 de enero de 2018

Marcos Gutiérrez en el recuerdo

Fue un asunto tremendamente importante y sobre todo GRAVE. No se me olvida porque ocurrió un 16 de enero, y eso que fue hace 15 años. Sí, tal día como hoy, víspera de San Antón, una fecha marcada a fuego en nuestra memoria, y por ello es imposible que quede escondido en el cajón de los olvidos.
El 16 de enero del año 2003 el entonces candidato del Partido Socialista Obrero Español a la alcaldía de Jaén, Marcos Gutiérrez Melgarejo, impidió que un equipo de Ondajaén RadioTelevisión cubriera una rueda de prensa que había convocado el alcaldable.
Fue un gesto feo en un día bonito. Pero sobre todo fue ejercer como censor en tiempos de democracia. Y lo peor es que quien censuraba había iniciado la carrera para ocupar uno de los puestos más importantes que puede alcanzar cualquier persona: ser alcalde de su ciudad.
¿Censor y Alcalde? La cosa no casa, ¿verdad?. Vamos, no casa en estos tiempos y en sociedades democrática. Sí tiene su sentido en regímenes dictatoriales, ya sean de ayer u hoy, pero no en el contexto más cercano en el que vivimos.
Lo recuerdo cada año para que no se olvide; por si a alguien se le ocurre volver a ejercer de recortador de libertades.

En aquel entonces Marcos Gutiérrez llegó como candidato hasta el día de las elecciones, aunque afortunadamente no ganó. Hoy día estoy seguro de que sería dimitido, como mucho, al día siguiente de su gesto glorioso.